REPORTAJE DE DIEGO BOLAÑOS DESDE EL PANTEÓN ASHKENAZÍ/ AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO -Ha sido triste, esta mañana del 2 de julio, reportar la muerte de uno de los mejores reporteros de México.
El día de hoy, alrededor de la 1:00 de la tarde, en el Panteón Ashkenazí de Constituyentes, se reunieron familiares, amigos, políticos, comunicadores y celebridades que apreciaban en su justo valor el talento y la pericia de uno de los grandes de la noticia en México.
El comunicador acababa de cumplir 87 años el pasado 24 de mayo; cumplía 61 años de casado este 14 de agosto.
Nacido el 24 de mayo de 1928 en la Ciudad de México, comenzó a trabajar como periodista radial a mediados de los años 40, y para 1950 se convirtió en el jefe del primer noticiario formal de la televisión mexicana.
Durante 27 años que permaneció al frente de “24 Horas”, que comenzó a transmitirse en 1970.
Zabludovsky abandonó “24 Horas” en 1998, lo que marcó el fin de una era para el periodismo en México, después de lo cual reconfiguró su carrera para convertirse en conductor radial.
Se mantuvo en su programa radiofónico, de lunes a viernes de 1 a 3 de la tarde, desde hace más de 10 años. Su noticiario lo cerraba siempre con un tango.
En el Panteón Ashkenazí, junto al cuerpo, estaba la esposa de Jacobo, Sarita; sus hijos, Abraham, Jorge y Diana. Acudió Angélica Rivera, la Primera Dama del país, a darle el último adiós. Vimos llegar políticos como Miguel Ángel Osorio Chong, el Secretario de Gobernación y Emilio Gamboa Patrón, el dirigente de la bancada del PRI. También Comunicadores como Joaquín López Dóriga y Adela Micha, a quienes introdujo al mundo del periodismo. Personajes de la farándula como Cesar Costa, Mario Moreno Ivanova y Mauricio Herrera.
Quienes lo conocimos coincidimos, en esta mañana de julio, con el rabino Sergio Slomianski, rabino de la Kehilá Ashkenazí, que los dos rasgos que lo caracterizaban eran la sonrisa afable y la sencillez.
Efectivamente, las veces que nos tocó verlo afuera de restaurantes o en eventos de la comunidad judía. Jacobo nunca despreció a nadie que se le acercara, sino que siempre tenía la mirada directa, la sonrisa cordial, y respondía al apretón de manos con una gran fuerza.
El Rabino Slomiansky mencionó que, cuando entró al cuarto del hospital para verlo y, probablemente, para darle las últimas bendiciones, Jacobo se disculpó por no erguirse.
Según una frase legendaria del gran locutor, “todo sucede entre la 1.00 y las 3.00 de la tarde”, la hora de su noticiero; también a lo largo de estas dos horas, y bajo una lluvia persistente, se llevó a cabo el entierro de Jacobo.
Jacobo fue un ícono de la comunicación en México, y se le recordará como uno de los judíos mexicanos más destacados de todos los tiempos.






























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